“El que no es capaz de escrutar los repliegues de su propio rostro ¿tiene acaso derecho a apuntar con el dedo hacia las arrugas del corazón de otro? Todos tenemos en alguna parte de nosotros mismos alguna túnica que lavar, y lo que llamamos Destino crea las circunstancias adecuadas para que llevemos a cabo la tarea. Si lo comprendiéramos… Deberíamos al menos tener la humildad de admitirlo y la paciencia de vivirlo”.
El otro rostro de Jesús II. Daniel Meurois-Givaudan
jueves, 16 de abril de 2009
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