sábado, 2 de mayo de 2009

Cielo e Infierno

Érase una vez, en un lejano reino de Oriente, que se encontraban dos amigos cuya curiosidad y deseo de saber acerca del Bien y del Mal, los hizo un día dirigirse a la cabaña del sabio Lang con ánimo de interrogarle.

Una vez en su interior y junto a otras gentes allí reunidas, preguntaron al sabio:

"Dinos anciano ¿Qué diferencia existe entre el Infierno y el Cielo?"

El sabio contestó: "Veo una montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor, hay muchos hombres y mujeres famélicos y hambrientos, víctimas de expectativa y frustración. Sus palillos son más largos que sus brazos y por ello, cuando prenden el arroz no pueden hacerlo llegar a sus bocas ansiosas".

Un rumor exclamó entre los allí reunidos...

Más tarde el sabio prosiguió y dijo: "Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, humeante y sabroso. A su alrededor, hay muchos seres humanos alegres y sanos que sonríen con satisfacción y benevolencia. Sus palillos son también más largos que sus brazos.

"SIN EMBARGO,

HAN DECIDIDO DARSE LA COMIDA

LOS UNOS A LOS OTROS"

Perteneciente al libro " Cuentos para Aprender a Aprender " de José María Doria

3 comentarios:

Asun dijo...

A veces nos obcecamos en ver o hacer las cosas de una manera determinada y no salimos de ahí a pesar de darnos contra la pared una y otra vez. Es como si se nos pusiera una venda en los ojos y no viéramos mas allá de nuestras narices, cuando si nos paramos e intentamos buscar otra alternativa, lo mas probable es que veamos otras vías.

Un beso

Silvano Baztán dijo...

¡Hola, Amaia! Me ha encantado, no sólo la melodía sino todo el conjunto armónico de tu nuevo blog. Bienvenida a este mundo bloquero. No sé si es tu primera experiencia pero irradias sabiduría.

A ver si nos decidimos a alimentarnos unos a otros, como apunta este relato. Es una base sólida para el crecimiento global.

Salud para ti y los tuyos.

Amaia Echaide dijo...

Gracias por vuestra participación!.Ese es el verdadero alimento de este blog!


Y llené mis manos de estrellas para iluminar mi universo